Manos Unidas ha lanzado su nueva campaña contra el hambre, la LV, Un mundo nuevo, proyecto común. Ésta cuenta con el apoyo de un invitado especial, José Vicente Miguel March, misionero Terciario Capuchino en Costa de Marfil, que estos días está en Albacete, hablando en institutos y parroquias, dando testimonio en primera persona sobre su trabajo con jóvenes excluidos de la sociedad.
En total 1.200 jóvenes de entre 8 y 22 años escucharon a José V.Miguel March, en Institutos (Leonardo da Vinci, Ramón y Cajal, Bachiller Sabuco, Los Olmos, Andrés de Vandelvira), en la Facultad de Educación, y en Catequesis de S. José
Os dejamos esta entrevista que le hicieron en el periódico digital "La Tribuna. es"
- ¿Por qué decidió trabajar en Costa de Marfil?
Es una opción de la Congregación que comenzó hace 20 años, trabajando con los jóvenes y a mí me propusieron ir hace 11 años. Por ahora es el único país que tenemos en África y estamos abriendo un segundo centro, dentro de una semana estaré yo por allí, en Benín.
Trabaja con los excluidos, en una sociedad ya de por sí imagino que problemática.
La gente normal tiene bastantes problemas, sobre todo a nivel de pobreza y vida en la inmediatez, pero eso no quita que esta gente proteja y guarde a sus hijos. Lo que hacemos es trabajar con los que estas familias no llegan a proteger, o que ellas mismas maltratan, pero no es algo generalizado en la sociedad africana, porque normalmente cuidan mucho a sus hijos.
- ¿Cómo es su día a día?
Trabajamos con este tipo de chavales, en diferentes estructuras. Nuestra casa es un centro de acogida, en la ciudad más grande de Costa de Marfil, Abiyán, con 65 niños, adolescentes excluidos, a partir de 13 años, que aprenden un ofició con una metodología adaptada, porque la mayoría no sabe ni leer ni escribir. Vamos también a la cárcel todos los días, y la idea es estar en contacto con esos chavales marginales, para después proponerles un método de inclusión. Como son todos adolescentes, como algo práctico, inmediato, prefieren formarse, aprender un oficio y forzamos nosotros también que retomen la relación con sus padres, en la medida de lo posible, para que a la salida puedan volver a sus casas y después integrarse, poco a poco en la sociedad.
- ¿Por qué decidió trabajar en Costa de Marfil?
Es una opción de la Congregación que comenzó hace 20 años, trabajando con los jóvenes y a mí me propusieron ir hace 11 años. Por ahora es el único país que tenemos en África y estamos abriendo un segundo centro, dentro de una semana estaré yo por allí, en Benín.
Trabaja con los excluidos, en una sociedad ya de por sí imagino que problemática.
La gente normal tiene bastantes problemas, sobre todo a nivel de pobreza y vida en la inmediatez, pero eso no quita que esta gente proteja y guarde a sus hijos. Lo que hacemos es trabajar con los que estas familias no llegan a proteger, o que ellas mismas maltratan, pero no es algo generalizado en la sociedad africana, porque normalmente cuidan mucho a sus hijos.
- ¿Cómo es su día a día?
Trabajamos con este tipo de chavales, en diferentes estructuras. Nuestra casa es un centro de acogida, en la ciudad más grande de Costa de Marfil, Abiyán, con 65 niños, adolescentes excluidos, a partir de 13 años, que aprenden un ofició con una metodología adaptada, porque la mayoría no sabe ni leer ni escribir. Vamos también a la cárcel todos los días, y la idea es estar en contacto con esos chavales marginales, para después proponerles un método de inclusión. Como son todos adolescentes, como algo práctico, inmediato, prefieren formarse, aprender un oficio y forzamos nosotros también que retomen la relación con sus padres, en la medida de lo posible, para que a la salida puedan volver a sus casas y después integrarse, poco a poco en la sociedad.
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